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Author: William
•18:31
Cada vez me sorprendes aun más Jesús, cada vez me sorprendes aun más mi querido Dios, por eso, voy a dejar escrita esta carta, para cuando me sobrevengan momentos de sequedad.
Quiero que recuerdes William lo siguiente.
Empezaste a trabajar cuando tenías 14 años, siempre demostraste pasión por lo que hacías, y tus calificaciones escolares hablaban muy bien de tu capacidad intelectual.
Creciste desarrollando tus habilidades, y en tu mayoría de edad, ya tenías una pequeña empresa, y 4 semestres de universidad.
Te casaste, y sin confiar en mí, desarrollaste verdaderos milagros económicos, progresos que esperan personas mayores de 50 años, los despilfarraste, y en un abrir y cerrar de ojos, perdiste todo menos tu hogar.
Con algo de duda recurriste a mí, los psicólogos no podían domar tú mente instruida, y tus casi 4 títulos universitarios a la edad de 30 años (estudiabas dos carreras a la vez), junto a los más de 6 diplomados y ese postgrado a distancia que cursabas, eran el principal problema para dejarte psicoanalizar. No podías entender como con tu pericia y capacidad, no podías del fondo resucitar.
Confiaste plenamente en mí, y te dejaste querer, entendiste que cuando una persona tiene problemas, debe acudir al manual de instrucciones, y lo seguiste fielmente.
Con 33 años, creíste que todo había terminado, y que tu único camino era seguirme, pero te demostré que aquello no era suficiente, que te di un cerebro para que lo uses, que te di manos y piernas, para que trabajes, asi que a regañadientes, te conduje en un sentido laboral, totalmente desconocido para ti. Aunque conocía de tus experiencias en exportaciones petroleras y materias primas, te envié a una empresa de servicios personales, allí ayudabas a las personas con asesoría financiera y administrativa, lo hacías con dedicación y con esmero y asi llegaste hasta una sub gerencia administrativa. Por asuntos del mercado puse otra prueba para tu aprendizaje, el mundo hizo crack, y sin pestañear, otra vez estabas sin empleo.
A los 35 años, tu matrimonio, agotado por esa lucha, empezó a flaquear, la escases de dinero, fundían los fusibles emocionales, pero tu convicción, por la fidelidad aun en tus tiempos de riqueza, y tu entrega por tu familia, los mantuvo unidos.
Es cierto que muchas veces, buscando ese pan diario, dormiste en algún rincón de las calles de las ciudades que recorrías en busca de trabajo, pues con las instituciones financieras negándote créditos por tú declaratoria de quiebra, y tu calificación en la central de riesgos, eso era lo único que te quedaba.
Uno de tus familiares, de los cientos que visitaste, te dio una mano, aunque pequeña por cierto, pero “uno es mejor que ninguno” pensaste, y con sueldo de obrero, empezaste nuevamente a alimentar tus sueños, la fe en mi, siempre fue el combustible que te mantuvo vivo, el amor por tu familia, fue la fuerza para seguir adelante.
En menos de seis meses de trabajo proactivo, ya te encontrabas nuevamente en líneas de gerencia media, tus jefes reconocieron lo que había en ti, y te enviaron a una división que concesionaba minas de oro.
Al término de tu contrato por un año, y después de la reingeniería que desarrollaste con éxito, inexplicablemente (Para ti) te enviaron nuevamente a la constructora en donde te iniciaste, al segundo día de labores, sin cuestionar mi obra, uno de los clientes selectos de la empresa para la que trabajabas, necesitaba mostrar a un funcionario de la misma, un requerimiento técnico que facilitara las operaciones de descargar y cargas en muelles de despacho.
Como aquel 12 de Septiembre, Julio Visca (Técnico de fiscalización de obras), se reporto enfermo, te enviaron a ti, pues y aunque no eras el hombre indicado para la asesoría, por tu soltura, sabían que podías manejar el tema, y prolongarlo hasta el regreso de tu compañero.
Cuan sorprendido estabas (Te hubieras visto desde acá arriba), al conocer el tipo de negocios, que esta multinacional desarrollaba, y aun mas, cuando después de una breve conversación, recomendaste la utilización de maquinarias, equipos de trabajo, y empresas proveedoras de software de control financiero (Según teoremas de productividad), que les podrían ayudar en la gestión que desarrollaban.
Asi, una visita no planeada, termino por convertirte en socio industrial de una de sus empresas, en donde manajeas negocios petroleros, comodities, concesiones de energía eléctrica y minas (Oro y piedra), cooperativas de crédito, y una fundación educativa.
Que importa lo que digan sobre mí, tú ya sabes que existo, y ese millón quinientos mil dólares de ingresos anuales que tienes, te lo recordaran por siempre. Ya no estás atado al dinero, sabes que eres parte de mi plan, y por eso ayudas a otros a conseguirlo.
Sabes ciertamente, que aun cuando tú no me quisieras, yo si lo haría…y esa es la verdad.

Gracias mi Dios, Gracias Jesús, mi vida es testimonio, de que existes.
Att

William